Blade Runner 2049



La secuela de Blade Runner  se desarrolla 30 años después de la película original (1982) de Ridley Scott, que ahora ejerce como productor ejecutivo, inspirada, como la primera, en el mundo creado por Philip K. Dick en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas? (1968)

Dirigida por Denis Villeneuve (La llegada, Sicario), el peso de la historia lo lleva ahora el actor Ryan Gosling, que interpreta a K, letra inicial de su numero de serie, ya que es un replicante como los que él mismo persigue, salvo que ahora es un elemento controlado que persigue, todavía, a los mismos que perseguía Deckard (Harrison Ford) a los mismos que perseguia Deckard en el film de 1982.olado de serie, ya que es un replicante como los que e en el film de 1982.

El nuevo Blade Runner es interpretado de un modo eficaz por Gosling, representado frío, cual robot del titulo de la novela en que se inspira, tal y como se espera que actúe por parte de la organización para la que trabaja, pero cuyas vivencias, resultado de la investigación posterior al momento con que inicia la película, le llevara a dejar, parcialmente, esa frialdad.

Llama la atención, por lo poco habitual en el cine de los últimos años, que, salvo el protagonista y Deckard, así como algún momento casi de cameo (los nombres de los actores aparecen en los títulos de crédito) de algunos actores del film original (Edward James Olmos) , la importancia de los papeles femeninos, desde la jefa del protagonista (Robin  Wright, la protagonista de La princesa prometida), a la pareja tecnológica (Ana de Armas) del blade runner, pasando por la rival (Sylvia Hoeks) del protagonista y algún pequeño papel fundamental (Carla Juri). También hay que destacar la interpretación de Jared Leto, que interpreta al magnate que crea a los replicantes, que aparece barbudo cual Jesucristo, como al creador de vida a nivel industrial que representa.

La fotografía y el diseño de producción son espectaculares, con momentos muy bellos, de los que hacen que al cine se le llame arte, remarcados con una música que, si bien no es de Vangelis, como en el film del 82, es contundente.
La única pega de la película es que dura dos horas y 45 minutos, un metraje quizá excesivo en una película lenta quizá no apta para todos los gustos.


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