El Ministerio del Tiempo: Velazquez, Picasso y Goya



La serie de TV El Ministerio del tiempo, maltratada por la cadena que la produce y la emite, es una de las mejores series españolas de los últimos años, por no decir la mejor. Joven, descarada y llena de homenajes históricos y cinematográficos.

Uno de los mejores personajes de la serie es, a la vez, uno de los mejores pintores de la historia y es, también, el vehiculo para homenajear a los otros dos grandes pintores: Picasso y Goya.

El encuentro entre Velazquez y Picasso se produce dentro del marco de los hechos que llevan a la devolución por parte del MOMA de Nueva York al Estado español del Guernica, que se hace siguiendo el testamento del pintor malagueño, pero este desaparece y han de conseguirlo como sea para que la obra sea por fin expuesta por el Estado que la pagó, que fue la Segunda Republica, ahora reconvertido en monarquía parlamentaria tras la muerte del dictador Francisco Franco. Así, tras una serie de intentos fracasados, la última opción es obtener la firma por parte del propio Picasso, misión que se le encomienda a Velazquez.

Picasso: Madrid, como ciudad, es pueblerina, antigua
Velazquez: Siempre lo ha sido
Picasso: Pero su gente es fantástica. Es calida, abierta. Te hacen sentir madrileño desde el primer día. Y allí está todo lo que un artista necesita para saber de pintura (cara de expectación de Velazquez). El museo del Prado.
Velazquez: Claro que si. ¿Y va Vd. a menudo al Prado?
Picasso(divertido) : Pasaba más tiempo allí que en la Academia. Banda de inútiles los de la Academia. ¿Para que pintar jarras y naturalezas muertas como si fueran reales? Para eso ya existe la fotografía.
Velazquez: ¿Y que le gusta más del Prado?
Picasso: Goya, sin duda (Cara de disgusto de Velazquez) Tiene una capacidad increíble de mostrar el horror humano. Las pinturas negras, los fusilamientos… Y Velazquez (al que se le ilumina la cara de repente. Bueno. Velazquez es el mejor (Sonrisa enorme del ministerico) ¿Ha visto Las Mininas?
Velazquez  (se lo piensa un poco, divertido): Si claro. Alguna vez. ¿Quién no ha visto Las Mininas?
Picasso: No digo por un rato. Digo mirar el cuadro durante horas.
Velazquez (cada vez más feliz): No
Picasso: Pues debería hacerlo. Cada vez que miras el cuadro descubres algo distinto. Una luz, una sombra, un rasgo… Es como si las figuras se movieran y todo cambiara (Velazquez esta en éxtasis). Ese Velazquez si era un genio.
Velazquez: No debe mirar tanto al pasado, Pablo. Vd. tiene la posibilidad de cambiar el mundo.
Picasso: No, hombre. Tampoco hay que exagerar. Que yo con vivir de esto me conformo.
Velazquez: Por eso no se preocupe. Su firma valdrá millones, y no por lo que ha hecho, sino por lo que le queda por hacer
Picasso (divertido): ¿Es Vd. vidente?
Velazquez: No, pero creo que se cuando un artista lo es.


Es uno de los mejores diálogos imposibles entre dos de los mejores pintores de la Historia, ambos echándose flores el uno al otro, sin que uno de ellos sepa a quien tiene delante, aunque, seguramente, si se lo dijeran, no se lo creería.





Esta nueva entrevista de Velazquez con otro de los genios de la pintura se produce en el marco de la destrucción en nuestro presente de la Dama desnuda de Goya, por lo que se busca que el autor original vuelva a realizar el cuadro mientras se le encarga a Velazquez una copia idéntica, pero este necesita saber las motivaciones del autor original cuando realizó la obra, razón por la cual viaja al pasado para entrevistar al autor de tantas obras maestras de finales del XVIII y principios del XIX.

Velazquez: Don Francisco. Disculpe Francisco. Perdone que le moleste. Es un honor (pequeña reverencia)
Goya: Discúlpeme. Es que no oigo bien ¿Cómo?
Velazquez: Es un grandísimo honor conocerle. No sabe como le admiro. Yo también soy pintor ¿Sabe?
Goya: Si, lo celebro. Lo celebro.
Velazquez: Necesito su ayuda. Solo será un momento.
Goya: ¿Que es lo que quiere?
Velazquez: Necesito retratar a una mujer
Goya: ¿Mande? (le señala que no oye)
Velazquez (con señas): Pintar (gestor de sostener el pincel) una mujer (marca las caderas y los pechos femeninos) desnuda (como quitándole una capa o un velo)
Goya (enfadado): ¿Pero que broma es esta? Váyase Vd. a la mierda, hombre. A la mierda.
Velazquez: No me entiende. Me quiero presentar a un concurso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Goya: ¿No sabe que yo soy académico de honor? No puedo recomendar a nadie.
Velazquez: Será solo un momento. ¿A Vd. que le empuja al lienzo? ¿La belleza del cuerpo desnudo? ¿La nostalgia de la juventud? ¿El miedo a la soledad?
Goya (sonriéndose): Todo eso no son más que bobadas. Bobadas y patrañas. ¿Entiende? ¿Qué va a entender Vd.? (Pausa dramática) Solo se puede pintar a una mujer que te obsesione (nueva pausa), que te tenga vencido y a su merced. No basta con quererla ¿Eh? Tiene que haberte robado el alma y uno debe tener la nobleza de reconocerlo. Si. Porque, si solo hay lujuria, el retrato será una violación, y si solo hay desapego ¿Cuál es la diferencia con el cirujano que te clava un bisturí? (pausa) Para pintar bien a una mujer, primero hay que haberse entregado a ella (Velazquez oye un grito a lo lejos y se distrae) Porque pintar es otra forma de hacer el amor (Velazquez se aleja de Goya sin que este se de cuenta). Fíjese por ejemplo en el grandísimo Diego Velazquez. Es magnifico. Es que Velazquez era un maestro inalcanzable. ¡Ay! ¿Qué podemos hacer los que hemos venido detrás? Admirar su genio. Lamentar nuestra mediocridad. (Se percata de que esta hablando solo) Será botarate.





A simple vista, las dos entrevistas parecen similares, con Velazquez adulando a dos maestros de la pintura posteriores a él. Hay diferencias evidentes, como que la de Picasso se realiza en un bar y la de Goya en plena calle. La de Picasso se realiza en cierto modo de igual a igual, con un toma y daca en la que ambos se echa flores sin saber el autor del Guernica a quien tiene delante. En la de Goya, Velazquez busca que motiva al autor y se finge un aprendiz de pintor para que se la desvele. Finalmente, la entrevista de Goya, para diferenciarse claramente de la de Picasso, tiene cierto tono cómico que hace que el genio del XVII no reciba el halago del del XVIII-XIX porque el autor de las Meninas se ha distraído después de conseguir lo que ha ido a buscar a la corte de Carlos IV. De todos modos, ambas entrevistas son magistrales como encuentros imposibles entre genios de la pintura de épocas muy distintas.

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