El Guernica según Santiago Sebastian VI. Analisis iconografico III. Influencias
En 1937, año de la ejecución del Guernica, Picasso tiene más
de medio siglo de existencia y un espíritu tan receptivo como el suyo ha
acumulado multitud de imágenes de la realidad cotidiana, de sueños y fantasías,
de lecturas y contemplación de cuadros. Según Arnheim: “todos los estilos
utilizados en cualquier momento para plasmar un acontecimiento publico estaban
a su disposición: las decoraciones murales de las tumbas de los monarcas
egipcios y en las iglesias medievales, como las de la Cataluña románica; los
aguafuertes de los desastres de la guerra napoleónica en España, obra de su
compatriota Goya; el mosaico helenístico de Alejandro Magno y los espectáculos históricos
de Poussin, Velazquez, Rubens y Delacroix” (1). Maestros antiguos y modernos
fueron asimilados por Picasso con una asombrosa virtuosidad, pero lo característico
de estas influencias es que actuaron momentáneamente para ser expulsadas una
vez que las usó.
La influencia clásica es algo que Picasso absorbió desde su
precoz infancia, como recuerda el propio pintor en una entrevista: “Recuerdo
uno de mis primeros dibujos. Tendría quizá seis años, o menos. En casa de mi
padre había en el pasillo un Hércules con su clava. Pues bien, me metí en el
pasillo y dibujé el Hércules” (2).
De la pintura española del Siglo de Oro, el artista que más
le fascinó fue El Greco. Según el propio Picasso, cuando alguien le pregunto
sobre como descubrió al pintor de Toledo, “Había visto ya algunos de sus
cuadros, que me habían asombrado… Decidí hacer un viaje a Toledo y me produjo
una profunda impresión… Si mis figuras de la época azul se estiran,
probablemente es por su influencia” (3). Su devoción por el cretense le llevó a
escribir una farsa teatral, El entierro del conde de Orgaz (4). Emilio Pérez Sánchez
ha destacado la dependencia de Las Señoritas de Avignon con respecto a la
pintura del Levantamiento del quinto sello (5)
Las Señoritas de Avignon |
Levantamiento del Quinto Sello |
En lo que respecta al Guernica, Blunt lo ha estudiado
respecto a su relación con el arte anterior. Según él, el esquema compositivo
deriva de un modelo de larga tradición en la iconografía cristiana: la matanza
de los inocentes, destacando como más cercanos los ejemplares de Guido Reni y
de Poussin, en cuyo cuadro, en Chantilly, ve ecos de la mujer levantando los
brazos y de la madre con el niño muerto. También resultó fructífera una
revisión de Ingres, que tanto influyó en el malagueño, en la composición de
Júpiter y Tetis, en el gesto de la cabeza, cuyos precedentes están en los
éxtasis dionisiacos de las menades que aparecen en la pintura de vasos y en los
relieves helenísticos (6).
Matanza de los Inocentes. Poussin |
Júpiter y Tetis, Ingres |
El mayor respeto de Picasso en la consulta con la tradición
queda patente en las relaciones del Guernica con la miniatura muzárabe, arte
que empezó a ser estudiado y valorado en los años 30, como señalan Domínguez
Bordona (7), Neuss (8) y García-Fuente (9). Ello explica que en 1931 Christian
Zervos, intimo amigo de Picasso, lo diera a conocer en su revista “Cahiers
d’art”. El mismo año 1937, mientras Picasso realizaba el Guernica, El
Apocalipsis de San Severo era presentado en Paris en la Biblioteca Nacional, en
la exposición “Manuscripts à peintures” y con tal ocasión la lamina del Diluvio
fue reproducida en la revista “Verve”. Larrea, el español de mayor confianza
junto a Picasso que asistió a la realización del Guernica, ya público la
miniatura sobre el Diluvio Universal del Beato del siglo XI, que procedente de
la abadía de San Severo se guarda en la Biblioteca Nacional de Paris. Aparte
del tono general apocalíptico que hay en la miniatura, como en el Guernica,
esta la casi copia que hizo Picasso de la cabeza del hombre muerto con respecto
a la del hombre ahogado de la parte inferior de la miniatura y las dos cabezas
tienen de común el bostezo y los ojos dislocados. También los símbolos de los
Evangelistas del Beato guardan analogías con las figuras del Guernica.
Beato de San Severo |
Así su arte enlaza con la gran tradición del arte europeo de
la Alta Edad Media y llega hasta los genios apocalípticos del siglo XVI:
Durero, Miguel Ángel y Jean Duvet. Picasso, como ellos no quiso exaltar la
belleza y nobleza del hombre, sino la brutalidad de que es capaz y para ello
llena el universo de los monstruos que lo asedian. Fue más lejos que los
artistas anteriores al romper con muchos convencionalismos y sometió hombres y
animales a las más violentas distorsiones.
Blasco Ibáñez vivió en el Paris de la I Guerra Mundial y
allí fraguó su novela Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, en cuyo capitulo
quinto hay textos que parecen una premonición de lo que Picasso hará un cuarto
de siglo más tarde: “La pobre humanidad, loca de miedo huía en todas
direcciones al escuchar el galope de la Peste, la Guerra, el Hambre y la
Muerte. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, se empujaban y caían al suelo en
todas las actitudes y gestos de pavor, del asombro, de la desesperación. Y el
caballo blanco, el rojo, el negro y el pálido los aplastaban con indiferencia
bajo sus herraduras implacables: el atleta oía el ruido de sus costillajes
rotos, el niño agonizaba agarrado al pecho maternal, el viejo cerraba para siempre
los parpados con un gemido infantil”.
Notas
1- R.
Arnheim, El Guernica de Picasso. Génesis de una pintura, Barcelona, 1976, p 29
2- H.
Parmelin, Habla Picasso…, Barcelona, 1968, p 80
3- Brassal,
Conversaciones con Picasso, Madrid, 1966, p 184
4- Publicada
en Gustavo Gili, Barcelona, 1971
5- A.E.
Pérez Sánchez, Picasso y la pintura antigua, Conferencia pronunciada en la
Fundación Juan March, Madrid, 1977
6-
Blunt,
Picasso’s Guernica , Oxford University Press, New York , 1967, p 46-47
7- J.
Domínguez Bordona, Die Spanische Buchmalerei, vom 7, bis 17, Jahrhundert, Mónaco
y Florencia, 1930
8-
W.
Neuss , Die
Apocalypse des Hi, Johannes in der alspanichen und altchislichen
Bibel-ilustration. Das problem der Beatus-Handschriften, en “Spanische
Fortschungen der Goerresgesellschaft” II, 2 y 3, Münster, 1931
9- A.
García Fuente, La miniatura española primitive, siglos VIII-XI, Madrid, 1936
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