El Guernica según Santiago Sebastian VIII. Análisis iconográfico V. El Guernica frente a Los horrores de la guerra de Rubens
Picasso confesó en
Así, Picasso asimila el arte anterior y lo convierte en su
colaborador, pero llegando a la creación de la obra original.
El cuadro de Rubens tiene una gran riqueza de color, desde
el azul del cielo sereno hasta las nubes tormentosas, colocadas detrás de Marte;
la parte oscura de la derecha esta iluminada por la antorcha de la furia que
nos revela un crepúsculo de horror. Estos colores contrastados con su riqueza y
brillo nada tienen que ver con la monocromía y casi ausencia de color del
Guernica.
Respecto a la composición, Picasso la invirtió, como
hicieron generalmente los pintores que seguían grabados, con lo que se colocó a
la derecha lo que estaba a la izquierda y también cambio las líneas de fuerza,
que desplazan nuestra mirada desde las columnas verticales del templo a la
izquierda, hacia las formas inclinadas de Europa y de Venus, ya que esta
ultima, con su dinamismo barroco, tiene la clave, al punto que parece perder el
equilibrio. En el cuadro de Picasso el movimiento se desplaza de derecha a
izquierda hasta alcanzar en la figura estática del toro su culminación.
Si prescindimos de los cuatro amorcillo del cuadro de
Rubens, ambas composiciones tienen el mismo numero de personajes, introduciendo
Picasso al toro y al caballo. Los personajes humanos parecen guardar ciertas
correspondencias.
La arquitectura de la obra de Rubens hace referencia al
templo de Jano, rey de la edad de oro, caracterizada por la paz y abundancia de
bienes entre los súbditos, de ahí que a su muerte fuera divinizado y se le
dedicara un templo; gracias a un milagro suyo Roma no cayó en poder de los
sabinos y para conmemorarlo se decidió dejar abierto el templo en tiempo de
guerra para que el dios pudiera auxiliar a los romanos; la puerta solo se
cerraba en tiempo de paz. Picasso transpuso este elemento arquitectónico a la
derecha, pero aparece incendiado y a través de una ventana vemos la luz del
fuego. Esta ventana se explica por el grabado de Hans Baldun Grien.
Junto al templo de Jano está la personificación de Europa, de luto, con el velo rasgado, sin joyas, huyendo presa del terror; un amorcillo a sus pies sostiene un globo dominado por la cruz, su atributo. Picasso la transfiere al extremo derecho de la composición, manteniendo el gesto desesperado, los brazos levantados y las manos crispadas; el contexto alude a España que, al fondo, arde en llamas.
Junto al templo de Jano está la personificación de Europa, de luto, con el velo rasgado, sin joyas, huyendo presa del terror; un amorcillo a sus pies sostiene un globo dominado por la cruz, su atributo. Picasso la transfiere al extremo derecho de la composición, manteniendo el gesto desesperado, los brazos levantados y las manos crispadas; el contexto alude a España que, al fondo, arde en llamas.
Rubens, Los horrores de la Guerra, Detalle del Templo de Jano y de Europa |
Hans Baldung Grien, El Mozo de cuadra muerto |
Otra figura transpuesta es la Maternidad, o Madre que huye
ante el horror de la guerra para poner a salvo a su hijo, que vemos en el lado
derecho inferior. Picasso la transfiere al costado izquierdo de la composición
y logra en ella un intenso dramatismo; el niño aparece muerto y la madre
gesticula con profundo dolor. El punto de partida lo encontró el malagueño en
los gestos angustiados de los hombres que se ven perdidos ante el desastre del
diluvio universal del Beato de San Severo.
Rubens, Los horrores de la Guerra, Maternidad |
Picasso, Guernica, Maternidad |
Beato de San Severo |
Otro elemento tomado por Picasso es la furia Alecto,
personaje de la mitología griega perteneciente a la Erinias o Euménides, que
tuvieron un origen violento al nacer de las gotas de sangre caídas en tierra
cuando Urano fue castrado y los romanos las identificaron con las furias; a
veces se las representa como genios alados con látigos en sus manos y
serpientes ensortijadas en sus cabezas. En los poemas homéricos cumplían la
misión de vengar los crímenes y castigar especialmente los delitos que
perturban el orden social. Según Grimal, “a través de ellas encuentra su
expresión la concepción fundamental del espíritu helénico en un orden del mundo
que debe protegerse contra las fuerzas anárquicas. Naturalmente, una de sus
funciones esenciales es castigar al homicida, no solo al asesino y criminal
voluntario, sino al homicida en general, ya que el asesinato es una mancha de
tipo religioso que pone en peligro la estabilidad del grupo social en cuyo seno
se cometió”.
A medida que se acentuó la creencia en el mas allá, estas
divinidades fueron relacionadas con los castigos infernales. Virgilio las
presentó atormentando las almas con sus látigos y serpientes en el fondo del Tártaro.
Rubens la presenta con gesto de rabia e ira, en posición violenta frente a
Venus. Lleva los cabellos erizados y una antorcha, ya que es un ser que vive en
el mundo tenebroso. El perfil de su cara gesticulante lo mantiene Picasso y
distorsiona su cuerpo siguiendo la diagonal. Aunque no lleva el atributo de la
antorcha, mantiene su gesto de personaje violento.
Rubens, Los horrores de la guerra, furia Alecto |
Picasso, Guernica, furia Alecto |
El malagueño también mantuvo la figura del arquitecto caído
o muerto, al que Rubens representa con un compás en una mano y un escoplo en la
otra, en el ángulo inferior derecho; Picasso lo desplaza al otro extremo, con
el brazo izquierdo extendido y la mano crispada, en posición muy similar a la
de Rubens. Lo que presenta en su brazo derecho, dislocado, no es una espada
rota, sino un escoplo, como el modelo del artista flamenco; la flor es la versión
de la rama de olivo del cuadro de Rubens, atributo de la paz, según indicó
Rubens en su carta explicativa a Sustermann. La cabeza del arquitecto deriva
del hombre ahogado de la parte inferior de la miniatura del Beato de San
Severo. La mano crispada se relaciona con la mano de Cristo clavada en la cruz
de la Crucifixión de Grünewald, que inspiró a Picasso una de sus pocas
composiciones religiosas.
Rubens, Los horrores de la guerra, el artista |
Picasso, Guernica, Arquitecto |
Grünewald, Crucifixión |
En Venus vemos que su deslumbrante desnudo ha desaparecido
en la transformación cubista operada por Picasso bajo la influencia surrealista.
Pese a todo, el personaje no ha desaparecido y mantiene su carácter de protagonista
y de clave de la composición. Venus es reemplazada por la mujer que se asoma
por la ventana del edificio, sacando violentamente la cabeza y alargando la
mano para presentar un quinqué, que sirve de eje a la composición. Hay en esta
mujer una clara dependencia de la cabeza y brazo de Venus, lo que se aprecia al
invertir la composición: el brazo, la oreja y el cabello son rasgos inequívocos
de esa dependencia.
Rubens, Los horrores de la guerra, Venus y Marte |
Picasso, Guernica, Venus |
En cuanto al Marte original de Los horrores de la guerra,
Picasso practico lo que se conoce como “variación” sobre un tema, fenómeno que
se da en otras artes y ya practicado durante el barroco. Además de la
variación, el malagueño practica la “distorsión”, conscientemente y con
voluntad negativa. Todo el dossier de bocetos sobre este cuadro es una
distorsión que le llevaba a dar vueltas una y otra vez a un mismo motivo,
proclamando la inestabilidad de las formas. Según el propio pintor, “lo que me
salva es que cada vez lo hago peor”. La distorsión se acentúa por la angustia
de la guerra civil española.
Así, Marte, dios de la guerra, es sustituido por un toro. Si
en el resto del cuadro decodifica un modelo barroco con raíces en la antigüedad
clásica, la inquietud creadora de Picasso lo lleva más allá y no solo cambia y
distorsiona el modelo, sino que lo suplanta por otro, logrando una mayor
vitalidad. Su conocimiento del surrealismo le permite la “inversión de figuras
y contenidos”, pero la dialéctica simbólica le lleva a sustituir una imagen por
otra equivalente del mundo mítico, acudiendo a dos símbolos de animales muy
significativos: el toro y el caballo.
Picasso, Guernica, Toro |
El Marte del cuadro de Rubens, caracterizado como dios de la
guerra, también es un signo planetario y una expresión de la violencia dentro
del mundo astrológico. Es difícil concretar su significado por su polivalencia,
con diferentes lecturas según culturas y religiones. Desde el III milenio A.C.
es asimilado el toro con divinidades atmosféricas; en las culturas
paleorientales el toro evoca la idea de poder irresistible, expresando el macho
impetuoso y al terrible minotauro. En la tradición helénica los toros
indomables simbolizan la violencia sin freno. En general, el toro y los
animales bovinos representan a los dioses celestes en las religiones indo-mediterráneas
por causa de la fecundidad infatigable y arquita de Urano, dios del cielo.
La fuerza e ímpetu del toro tienen sentido cósmico en las
tradiciones vedicas, islámicas y bíblicas, símbolo y soporte de la creación. Un
ejemplo son los doce toros que sostenían el Mar de Bronce en el templo de
Salomón. El toro es propiciador de la vida, pero esta aparece unida a la
muerte. Así, el toro presenta también un aspecto funerario, como vemos en
Egipto, donde aparece unido a Osiris y a sus renacimientos.
En España existen representaciones del toro desde épocas remotísimas
y una perpetuación histórica a través de las corridas de toros. Hay referencias
griegas a España en el trabajo de Hércules con los toros de Geryón, así como en
el ritual de la caza del toro que describe Platón en el Timeo como costumbre de
los atlantes. Estrabón habla de la abundancia de toros en la Península Ibérica.
Diodoro de Sicilia se refiere a la sacralizad del toro entre los iberos. Según Álvarez
de Miranda “en algún lugar parece haberse producido, en épocas posteriores, una
antropomorifzación del toro, pero en el resto de la Península su figura parece
estar ligada tenazmente a la magia del mundo vegetal, del animal o del humano.
De su relación con el mundo uránico faltan en la actualidad testimonios... No
faltan indicios referentes a una valoración de su poder genético”.
En cuanto a su iconografía en España, hay representaciones pictóricas
desde fines del Paleolítico y una larga serie de bronces entre los que destaca
una estatuilla de Marte con un toro sobre la coraza, lo que indica que hay una
relación entre el dios Marte y el culto al toro, ajena al culto que Marte recibía
en el mundo clásico. El dios de la guerra de estas representaciones responde al
tipo de “Mars ultor”, de iconografía diferente a la romana.
Otro símbolo animal es el caballo malherido, en trance de
muerte; aparentemente, no tiene punto de partida en el cuadro de Rubens. Introducido
el toro como suplantación de Marte, la dialéctica iconográfica requería de otro
símbolo significativo: el caballo. Se trata de un símbolo arquetípico y de carácter
universal, que aparece tanto en el mundo superior o celeste como en el inferior
o ctonico.
Picasso, Guernica, Caballo |
El caballo, como símbolo, pasa fácilmente de la noche al día,
de la vida a la muerte, ya que relaciona fácilmente los opuestos de una
manifestación. Como el toro, es un animal regio y divino, pero aquí aparece moribundo,
en función de un ritual. Se trata del sacrificio del caballo, practicado por
los romanos y los chamanes de los pueblos uralo-altaicos tanto para el ritual
de su viaje al cielo como para las ceremonias de iniciación chamánica.
Como señaló Mircea Eliade, estamos ante el rito concreto de “subida”
y de “ascensión”, que se lleva a cabo por medio del sacrificio del caballo
cuando el chamán hace la ofrenda, es decir, del alma del caballo sacrificado al
dios supremo. Esta ceremonia ritual es la principal: “se escoge para el sacrificio
un caballo blanco; se enciende el fuego en la tienda; el chaman ahuma su
tamboril y llama sucesivamente a los espíritus; después, sale, se monta sobre
un maniquí de trapo que representa una oca, rellena de paja, y moviendo las manos
como si quisiera volar canta:
Por debajo del cielo blanco,
Por encima de la nube blanca
Por debajo del cielo azul,
Por encima de la nube azul,
¡Sube al Cielo, pájaro!
El objeto del rito es apresar el alma del caballo y, una vez
que el chaman la ha cogido, deja en libertad a la oca y sacrifica solamente el
caballo. En otra fase de la ceremonia el chamán presenta el alma del caballo
ante Bai-ulgen, el dios supremo.
Se ignora si Picasso, de curiosidad insaciable, se inspiró
en este modelo o tuvo otro presente. El caballo esta presente en la mentalidad homérica
en relación con los ritos fúnebres. En La Iliada, Aquiles sacrita cuatro
caballos sobre la pira funeraria de Patroclo, que cumplirán la misión de llevar
el alma del difunto al reino de Hades. Era pues el caballo un genio psicopompo,
un conductor del alma. En Roma existió el sacrificio del caballo en relación
con Marte, ya que a este dios se consagraban en Roma los caballos de guerra del
27 de febrero al 14 de marzo; seis meses más tarde, el 15 de octubre, se
sacrificaba una vez al año un caballo de los dedicados a Marte. Así, el tema
del caballo no seria extraño y tendría relación con el protagonista del
cuadro-clave: Marte.
Si bien el caballo no existe en el cuadro de Rubens, Picasso
ahora tuvo en cuenta los impresionantes caballos de un dibujo del mismo Rubens,
copia sobre un cuadro perdido de Leonado da Vinci titulado La batalla de
Ahghiari (1503-1506), que se conserva en el Museo del Louvre. Pese a las
distorsiones, la expresiva cabeza tiene su precedente en la del caballo que
asoma por la parte superior, bajo las espadas de dos contendientes: Las cabezas
de caballos mordiéndose del modelo leonardesco le inspiraron el boceto de dos
cabezas de caballo, que realizó el 10 de mayo de 1937. Ya los contemporáneos de
Leonardo destacaron como lo más logrado de su cuadro las figuras de los
caballos. Vasari destacó la importancia de los caballos por cuanto manifestaban
la misma rabia, odio y sed de venganza que los guerreros. Algunas cabezas de
los guerreros de Leonardo parecen precedente del dramatismo picasiano; la más
expresiva es la del guerrero caído que mira hacia arriba. Leonardo, como
Picasso, reflexionó sobre la guerra, a la que calificó de “locura bestial” y
hasta dejó una descripción literaria de lo que pensaba pintar: “Los vencidos deben
aparecer derrotados y pálidos, con la frente levantada, el entrecejo fruncido,
la piel de las sienes surcadas por el dolor y los lados de la nariz marcados
por profundas arrugas, que unan en un arco las aletas con los ojos; los labios deben
estar arqueados hacia arriba, descubriendo los dientes superiores, y, al mismo
tiempo, separados como para poder gritar y gemir… Hay que pintar a otros en
plena agonía, rechinando los dientes, con los ojos desorbitados, los puños
apretados contra el cuerpo y las piernas contorsionadas”.
Rubens, sobre original de Leonardo. Observar el caballo bajo las dos espadas |
Hay un detalle iconográfico que Picasso respetó y que revela
como, pese a su afán distorsionador, mantenía detalles que subrayaban su “idea”
o mensaje. Se trata de una especie de ave o pájaro que ha salido del cuerpo del
caballo por la enorme herida de su costado. Arheim pensó que seria el alma del
caballo que dejaba el cuerpo a la hora del muerto y Anthony Blunt señaló que ya
en el arte medieval se representaba el alma en forma de niño desnudo
abandonando el cuerpo, lo que Picasso había visto seguramente en El entierro
del conde de Orgaz, de El Greco.
Picasso, Guernica, Pajaro |
. Picasso se inspiró en fuentes antiguas difíciles de
precisar. Fue común la creencia entre los pueblos semitas de que el alma tenia
un naturaleza aérea y que a la hora de la muerte abandonaba el cuerpo hacia los
astros; tal concepción llevó a los pueblos de la cuenca oriental del Mediterráneo
a representar el alma bajo la forma de un pájaro y como tal aparece ya en el
arte griego arcaico. Mircea Eliade subraya que las concepciones míticas del
alma-pájaro parecen haber existido ya en la prehistoria, como prueban un hombre
con mascara de pájaro en Altamira y un hombre con cabeza de pájaro en el
relieve de Lascaux.
Es problemática la identificación del tipo de ave del
Guernica. En el pasaje de la iniciación chamánica antes comentado era una oca,
animal benéfico asociado al “descenso a los infiernos” y a la Gran Madre; en el
mundo folklórico, el símbolo de la oca se relaciona con el destino y representa
tanto los peligros y fortunas de la existencia antes del retorno al seno
materno. Solo los esclavos consideraban que el alma tomaba la forma de paloma después
de la muerte.
La bombilla eléctrica con la tulipa, que hay en la parte
superior, encima de la cabeza del caballo, no es un mero adorno, sino parte
importante de la alegoría montada por
Picasso y que nada tiene que ver el cuadro de Rubens. Picasso recurre al mundo
de la mitología y da una nueva versión de Helios, no confundir con Apolo, Según
la fabula clásica, recorría todos los días el cielo en un carro tirado por
corceles velocísimos, cuyos nombres llevaban en sí la idea de luz o fuego. La
bella personificación Picasso la redujo a la bombilla con su tulipa, aunque
decorada con unos picos como evocación de la corona radiada que llevó aquel
sobre su cabeza. Pese a la oscuridad del espacio plástico, el símbolo ilumina simbólicamente
al resto de elementos y señala a la vez
la sacralizad de este universo alegórico.
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