La Navidad V: La Anunciación





Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo”. Ella se conturbó con por estas palabras y se preguntaba que significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”. El ángel le respondió: “el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el que ha de nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios” Dijo María: “He aquí la esclava del Señor, habase en mí según tu palabra”. Y el ángel, dejándola, se fue.  

(Lucas 1, 26-38)


Según se ha publicado recientemente, la representación más antigua de la Anunciación se realizó en Dura-Europos, en la actual Siria, población que se encontraba junto al Eufrates, en la frontera oriental del Imperio Romano en el siglo III d.C. En la década de 1920 la Universidad de Yale encontró allí la que se ha identificado como la Iglesia cristiana más antigua de la que se tiene constancia, formando parte de una vivienda. Al principio se consideraba que representaba a la Samaritana de Juan 4, 1-42 , que habla con Jesús junto al pozo de Jacob, pero la investigadora de la Biblia Mary Joan Winn Leith, en Biblical Archaeology Review, apunta a otra posibilidad, siguiendo al experto Michael Peppard: que sea una representación de la Anunciación, pero no del texto de Lucas 1, 26-38,, sino del apócrifo Protoevangelio de Santiago, que narra la vida de María desde su infancia al nacimiento de Jesús: “tomó el cántaro y salió a llenarlo de agua y ¡ he aquí ¡Una voz dijo: “Salve, que eres muy favorecida, el Señor es contigo, bendita eres entre las mujeres”. Y miró a su derecha y a su izquierda para ver de dónde podría haber venido esa voz.” La pintura mural estaba en el pequeño baptisterio de la casa-iglesia, donde los cristianos se reunían para sus celebraciones litúrgicas antes de que Constantino permitiera el culto cristiano. En la planta superior era una vivienda y en la baja había una pequeña habitación con capacidad para 60 personas, decorada con las primeras representaciones del Buen Pastor, de la curación del paralítico, de Jesús caminando sobre las aguas. Fotografías de archivo y dibujos de los arqueólogos muestran dos líneas que tocan la espalda de la mujer, junto a una especie de brote de rayos frente a su torno. Las líneas sugieren un movimiento hacia el cuerpo de la mujer y una chispa de actividad dentro de ella, como si algo invisible se acercara y entrara en ella: una encarnación. Es posible que en las catacumbas de Roma haya imágenes marianas más antiguas, pero son de difícil datación.


Anunciación de Dura Europos


Representación medieval del mismo tema


Una de las representaciones más conocidas es la de Guido di Pietro, más conocido, tras su muerte, como Fra Angélico. Es una de los tres retablos que realizo para la iglesia de Santo Domingo en Fiesole, consagrada en 1435. El retablo consta de la Anunciación y una predela con cinco tablillas. La tabla principal debió ser comenzada por Fra  Angélico después de terminar el retablo mayor, ya que es una obra maestra, de belleza pocas veces igualada por el propio artista, por lo que es descabellada la opinión de que sea obra de su taller o de seguidores. Hay cierta intervención de algún colaborador, pero toda la escena de la Anunciación es obra del pintor de Fiesole. La Anunciación se escenifica dentro de un pórtico de arquitectura brunellesquiana, con una intensa preocupación por la perspectiva, con columnas de orden compuesto, con un rostro del Padre sobre la columna que separa a la Virgen del ángel Gabriel. Al fono hay un pequeño aposento  donde una luz violácea modela los volúmenes, contratado por la iluminación dorada que penetra por la ventana, produciendo efectos de luces y sombras característicos del primer renacimiento. La Virgen y el Ángel reflejan en sus rostros un sentido de espiritualidad gótica; María, envuelta en un sorprendente manto azul, pronuncia el “fiat” humildemente y con expresión casi infantil; mientras, la mano de Dios, le envía entre rayos dorados al Espíritu Santo. El paraíso, en el que aparecen Adán y Eva siendo expulsados por otro ángel, es obra de otro artista, quizá Zanobi Strozzi. En la presella, dedicada a la Virgen, tambien hay labor de taller, en el nacimiento, los desposorios, la adoración de los reyes y la dormición, con figuras apretadas, expresión del horror vacui medieval. En cambio, en los paneles de la visitación y la presentación de Jesús en el templo, el sistema estructural y espacial se hace más renacentista, con menos figuras y colocadas de modo organizo. En el siglo XVI ya es citada por Vasari. Fue vendida en 1611 al duque Mario Farnesio, que la entrego al de Lerma. Estuvo en las Descalzas Reales de Madrid hasta que fue trasladada al Prado en 1867.

Anunciación de Fra Angelico



Predela


Pintada por Leonardo da Vinci entre 1472 y 1475, esta Anunciación se encuentra en la Galería Uffizi, en Florencia. Fue uno de los primeros encargos que Leonardo consiguió mientras estaba en el taller de Verrocchio, posiblemente en colaboración con Ghirlandaio o alguno de sus discípulos, como indica que la Virgen esté a la derecha y el ángel a la izquierda, característico de las pinturas florentinas, así como que la cabeza del ángel carezca del estumato tipico del autor, con cabellos compactos, pero con una factura que recuerda al Bautismo de Cristo de Verrochio. La obra era desconocida hasta 1867, en que llego a los Uffizi desde la sacristía de la iglesia de San Bartolomeo, aneja al suprimido monasterio de los Olivetanos. Primero se atribuyó a Ghirlandaio, aprendiz de Verrochio como Leonardo, pero en 1869 fue reconocida como obra juvenil de Leonardo. Repite el esquema de Fra Angélico, con la Virgen María a la derecha y el ángel acercándose desde la izquierda, con rico ropaje que flota, alas alzadas y portando un lirio. A diferencia de la iconografía clásica, la escena se desarrolla en el exterior, en un jardín cerrado de una villa florentina, rasgo innovador frente a la tradición medieval en interior, al menos por parte de la Virgen, pudiendo el ángel estar en exterior, pero en un hortus conclusus (jardín delimitado por altos muros que aluden al vientre inmaculado de María. Mantiene la reserva del encuentro pintando a la Virgen en un palacio, pero dejando entrever el lecho y con un pequeño muro delimitando el jardincillo. El ángel es clásico, con alas batiendo y sosteniendo un lirio blanco, símbolo de pureza. Revela su peso en la hierba y el movimiento que el aire provoca al aterrizar. No tiene alas de pavo real, como mandaba la tradición por su carne incorruptible, sino de pájaro autentico, propias del estudio del autor. Al parecer, las alas originales eran más cortas y fueron alargadas por un artista posterior, sin comprender que Leonardo representaba a Gabriel aterrizando, cerrando las alas. Vasari cuenta que el artista hacia a menudo modelos de arcilla de las figuras, los vestía con mantos bañados en yeso y luego los reproducía. La posición de las manos es natural, la derecha bendiciendo mientras en la izquierda lleva la flor. La Virgen María, frente a lo habitual hasta entonces, no adopta una postura sumisa, cruzando los brazos y aceptando su destino. Interrumpida en su lectura por la criatura, pone un dedo de la mano derecha sobre la biblia marcando el lugar, evitando que se cierre, y alza la izquierda a modo de saludo, indicando que acepta su papel de madre de Dios con confianza, no con resignación. Leonardo presenta la cara humanista de María, que reconoce el papel de la humanidad en la encarnación de Dios. A primera vista parece tener tres piernas: el borde del manto está sobre el brazo del Lillo, esta situada junto a una especie de altarcillo o mesa de mármol con influencias de Verrocchio, que es cita de la tumba de Pedro y Juan de Medici en la sacristía en la basílica de san Lorenzo de Florencia, esculpida por Verrocchio en la misma época, con elementos broncíneos. Al fondo se ve un rico con meandros y barcas, montañas y árboles, con una escena de puerto que se cree que esta en Roma. Usa la perspectiva aérea, pintando los detalles más alejados como envueltos en una niebla, tal como se contemplaría en la realidad. Leonardo fue el primer pintor en preferir esta perspectiva a la geométrica. Los objetos próximos aparecen representados con minuciosidad. Los cipreses están representados como columnas, dividiendo matemáticamente la escena. El paisaje simboliza que el futuro nacimiento afectará al mundo entero. En primer plano aparece un tapete en flor en el que todas las flores se pintaron con precisión, propia del estilo acabado del taller de Verrocchio. Hay un error de perspectiva en el brazo de la Virgen, con una desproporción en la longitud, aunque puede que sea una corrección óptica teniendo en cuenta la altura a la iba a ir la tabla.















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