La Navidad VI: La Visitación
La Visitación, Giotto |
La Visitación es el nombre con el que se designa a la visita de una Virgen María embarazada de Jesús a Isabel, embarazada de Juan el Bautista, tal como narra Lucas 1, 39-56:
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
La festividad fue introducida en 1263 por San Buenaventura
en la orden de los franciscanos, de la que él era general. Urbano VI la
inscribió en el Calendarium Romanum en el 2 de julio, pero el Vaticano II la
trasladó al 31 de mayo, sirviendo de cierre del mes de mayo, tradicionalmente
dedicado a la Virgen María.
Iconográficamente es representada con las dos mujeres, solas
o acompañadas por familiares, en ocasiones con una filacteria con las primeras
palabras del Magnificat: “Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se
alegra en Dios mi salvador” (Lucas 1, 46-47)
Giotto plasmó la visitación que encabeza el artículo en la
pared del arco que da acceso al coro de la capilla Scrovegni, en Padua, en su
parte superior, dedicado a episodios de la vida de la Virgen y sus padres, Joaquín
y Ana. El centro compositivo lo forma el emotivo momento en que se encuentran y
abrazan las dos protagonistas. El momento sucede ante un pórtico de líneas
estilizadas, decorado con relieves clásicos en su fachada. Tal edificio no
ocupa el primer plano de la composición, sino que se sitúa al fondo, indicando
que es solo un escenario. El suelo está ligeramente en pendiente, con rocas que
rompen la monotonía. El eje compositivo es el abrazo entre la Virgen y su prima
Isabel, ambas embarazadas. Junto a Isabel aparece una sirvienta, que sale de la
casa; a la izquierda, dos mujeres acompañan a María. Así, se establece una
relación emotiva entre las protagonistas y el resto de personajes, con miradas
intensas y llenas de emoción.
En la obra de Rafael Sanzio las dos figuras se distinguen
por su edad: María es una muchacha joven e Isabel prácticamente una anciana,
siendo un milagro que haya concebido. Al fondo se ve el río Jordan, donde años después
el hijo de Isabel bautizará al hijo de María. El autor cobró 300 escudos, que
diseño la obra y dejo su ejecución a Giulio Romano y el paisaje a Giovanni
Francesco Penni, ayudantes suyos. El encargo fue de Giovanni Branconio,
protonotario apostólico, para la capilla familiar en la iglesia de San Silvestre
de Aquila. La elección del tema intervino el nombre de la madre del encargante,
Isabel. Fue adquirida en 1655 por Felipe IV, quien la depositó en el Escorial,
de donde pasó al Museo del Prado en 1837.
El greco |
Isabel de Oballe fundó la capilla Oballe de la iglesia de
San Vicente de Toledo y pensó incluir en la decoración “una historia de visitación
de santa Isabel por ser el nombre de la fundadora, para lo que se a de fixar un
zirculo adornado con su cornisa a la manera que está en Illescas”. La imagen no
fue colocada en el conjunto al ser entregada en 1613, sino en Santa Clara en
Daimiel. Doméniko Theotokópoulos, el Greco, la diseñó para ser observada desde
abajo, como indica la cornisa de la zona baja y la postura de las figuras. María
e Isabel están a la puerta de la casa de la mayor de las dos, monumental. Unos
nubarrones presagian el destino de sus hijos, la cruz para uno y la decapitación
para el otro. Las figuras se envuelven en gruesos ropajes plegados, sobre los
que resbala la luz, mostrándose blanca donde predomina el azul. La pincelada es
suelta, pese a lo cual logra un enorme dramatismo.
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